por: Mauricio Molinares
Hay una frase del Salmo 23 que siempre me ha detenido, como si el alma se negara a pasar por alto su belleza.
“Aderezas mesa delante de mí… en presencia de mis angustiadores.”
El Salmo 23 no se escribió en un día tranquilo. David estaba huyendo. Perseguido. Cansado.Con enemigos respirándole en la nuca. Y aun así… Dios le dice:
“Siéntate. Voy a prepararte una mesa.”
La palabra hebrea usada aquí es ’arak. Significa ordenar, arreglar con intención, servir como un anfitrión que honra. No es tirar comida. Es preparar un banquete con cuidado. Con detalles. Con propósito. Y lo más hermoso es que no lo hace lejos del peligro. No lo hace después de la batalla. Lo hace en presencia de mis angusRadores. El término hebreo significa literalmente: “delante de los que me acorralan.”
En otras palabras, Dios no espera a que desaparezcan tus miedos, tus enemigos, tus preocupaciones. Dios te bendice ahí mismo. Delante de ellos. En su propia cara.
Dios hoy adereza una mesa para R. Una mesa de paz. Una mesa de palabra Una mesa donde el alma respira… aunque la vida tiemble. Porque cuando Dios prepara mesa, la angustia a deja de mandar. El miedo pierde autoridad. Y tú vuelves a levantarte.
Hoy quiero decirte algo: si te rodean angustiadores, si tu alma está cansada, si tu noche está
larga…
Mira la mesa. Él la está preparando. Para ti Con calma. Con honra. Con amor. Y cuando Dios
te sienta a su mesa, ningún angustiador puede determinar tu final. Porque donde otros ven amenaza, Dios ve un comedor sagrado.
